Como cada verano desde hace unos años me acerco a Valencia
en busca de sensaciones. Ahora que no vivo en una ciudad, pasear por allí,
entrar a sus museos, ver sus exposiciones, es como tomar una bocanada
de aire justo antes de sumergirme a bucear. En solo un par de días parece que
alcanzo a tocar el trabajo de todo un año de muchos y muchas profesionales que
hacen de la capital valenciana un enclave cultural cada vez más interesante.
Las calles calientes e iluminadas están llenas de vida.
Street art. Calles de Valencia. Anónimo. Fotografía de la autora
De
mi recorrido, traigo aquí tres paradas. La primera es en el Museo de Bellas
Artes, el cual comparte edificio con la Academia de San Carlos. Esta
institución centenaria se estrena en el comisariado feminista con “Haciapoéticas de genero. Mujeres artistas en España 1804-1939”, una exposición que explora los modos de crear genealogías de
mujeres en el arte.
Eulalia Abaitua. Madre e hijas, perfil de edades, 1900. Obra perteneciente a la Colección Euskal Museoa Bilbao Museo Vasco Bilduma, presente en la exposición. Fotografía de la autora.
Aunque la producción de la muestra venga de fuera (el
Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana y el IAACC Pablo Serrano de
Zaragoza firman el proyecto) se trata de una iniciativa imprescindible para el Bellas Artes por varios motivos, según lo veo yo. En primer lugar, el hecho de que las
obras de artistas mujeres ocupen el espacio y cobren protagonismo en las salas
abre una grieta de difícil factura en el monolito de la modernidad. Esto me
emociona. Soy consciente de que la exposición no hace sino recalcar las fases
históricas de la lucha de las mujeres en el arte reciente con el que ya estamos familiarizadas.
Sin embargo, al entrar, una euforia contenida se expande por mi torrente
sanguíneo. Al fin y al cabo, aunque pueda parecer increible, nunca ha sido fácil ver este tipo de cosas. Las políticas de recuperación de nombres de mujeres artistas se han
instalado de manera normalizada en los museos solo recientemente.
La interrelación temática y cronológica entre
las piezas y autoras da cuerpo al relato. Pintoras como Aurelia Navarro Moreno, Maruja Mallo, Sonia
Delauny o Pitti Bartolozzi, fotógrafas como Eulalia Abaitua y
Allende-Salazar, Dora Maar, escultoras como Helena Sorolla García, cartelistas
como Carme Millà, Juana Francisca Rubio y Norah Borges… comienzan a postularse
como sujetos de valor gracias a los nuevos estudios feministas en torno al arte
y la creación de memoria en los museos. Al verlas ante mí siento una especie de
extraño orgullo de madre que me humedece los ojos.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_kq6W4ev36rdXRVl1LR0KOC2VC2Oi9Cyy4vOsl7Lya7JPEie0YRyxe6KRqu3ITKwxxX36-euhl4kl9q2qaqB7hCd6IciZ71mPI_MvjIf6nRNvghJO-RvJrGZ7gUIV6QOeAmpbduxY6rnY7ve8tcAV1BGh9UT9sc6a9GRnSe7peisNnzJ2DSxf0tSCbQ/s320/20220719_132126.jpg)
Veo sagacidad en esta exposición por el importante trabajo
técnico y de gestión que implica: préstamos de piezas, colaboración
institucional, un importante movimiento de obras desde los márgenes y los
almacenes hacia las salas. Pasado el primer chute de adrenalina retomo la
cautela y busco llevarme, sin fortuna, un catálogo de la exposición que amplíe y
profundice en la investigación tras la muestra. Espero poder tenerlo pronto y
resolver estas dudas. ¿Se trata de la manifestación de una nueva ética
reparadora del Bellas Artes valenciano? ¿o es más bien una acción que se suma a
la corriente de modernización de los espacios culturales? Si es así y responde
a una tendencia museológica ¿sucumbe a las bondades y defectos del mainstream?
¿tendrá calado en un futuro la acogida de esta itinerancia en el Bellas Artes?
La exposición se vio primeramente en el museo zaragozano. ¿Será una flor en un
páramo o quizá un nuevo esfuerzo en pro de la justicia histórica?
La siguiente parada me hace ilusionarme y pensar que las
propuestas feministas se me enredan como una melena ensortijada. En el IVAM he
podido disfrutar de la exposición-instalación de Mar Arza, "A pesar/ A saber /A tientas" una mirada
transhistórica a la categoría mujer entendida como madre o divinidad fértil. La
artista une objetos y mística en varias oraciones que estructuran el discurso.
Ha sido emocionante ver esos milenarios objetos en forma de estatuillas junto
con sus obras y otras de Julio González que inspiran su estética escultórica.
Emocionante, sobre todo, porque Arza ha generado una escala de valor nueva en
el museo, donde pone a la misma altura piezas arqueológicas, jóvenes creaciones
y obras consagradas.
Mar Arza. Femme gaine, 2013. Mujer vaina.
Vainas de catalpa, pan de oro, pan de letras. (Oración a futuros)
Fotografía de la autora
Ella abre la ventana a un relato hilado por los símbolos y sus
significados ancestrales en detrimento de las barreras interpretativas del
discurso disciplinario en el arte y la cultura. Es de las pocas veces que he
conseguido ver una exposición presentada bajo las concepciones de la museología
crítica en una institución museística. No estoy segura de si esta mirada a la
mujer-madre es necesariamente feminista, pero me interesa igualmente, sobre
todo desde que introduce el texto, la palabra, dentro de la oquedad de una
vaina dorada. Creo que es una llamada genial al interior cultural del cuerpo y
el refugio interior que todas las personas albergamos.
Por último, un paseo por el mismo edificio me lleva a dos
artistas en las antípodas que sin embargo derrochan igual pasión por el objeto,
gran energía creativa y absoluta clarividencia. Por un lado, Carmen Calvo, la
protagonista de otra de las exposiciones del IVAM. Parece que ha llevado allí
su universo entero con trabajo árduo y gran mimo. Encuentro muchas muestras de
su amplio imaginario, rico, personal, político, reivindicativo, vivo, pop y en
expansión, a mi modo de entender. Esta muestra se me ha quedado incluso corta. Por
otro lado, el “Estudio Abierto” del artista valenciano Luce, relacionado con la muestra “Pinazo en
el espacio público”, ha puesto la guinda. La mirada fotográfica a las calles, a
las arquitecturas gastadas, vividas, desteñidas, en desuso… la investigación
metódica y la poesía convierten esta muestra en una delicia.
Coincido con el artista en una explicación a la audiencia en
el momento en que entro en la sala, algo así mismo emocionante aunque por
suerte nada excepcional, porque su proyecto consiste en exponer y trabajar en
ese mismo espacio del IVAM todo el tiempo que dure la exposición. Anoto: “Ya
quedan muy pocos reductos para compartir intimidad y verdad […] hablar en medio
del ruido de un grupo de personas es como intentar hacerse hueco en el metro un
mediodía de agosto. Si alguien se pregunta qué interés puede tener una paloma
perforada en la chapa de una caja de luces callejera que al mecerse con el aire
proyecta el vuelo del ave, debería preguntarse qué podría suceder hoy que fuese
más interesante.”
Selfie frente a una obra de Carmen Calvo.
Exposición Carmen Calvo, IVAM