domingo, 2 de marzo de 2025

Tableau Sonant en el MUA.

 

Una mañana de domingo diferente es lo que me prometió Reme Navarro al referirse a la performance Tableu Sonant, que ha tenido lugar esta húmeda y desapacible -por lluviosa- jornada dominical en el MUA. Haciendo referencia a los tableaux vivants, representaciones humanas de obras pictóricas, ha dado un giro de tuerca a la puesta en escena de las artes plásticas.

 

La sala blanca, salpicada aquí y allá de piezas que forman parte de la exposición La máquina de sangre, acogía el evento. Las sillas dispuestas en curva reflejaban la curva descrita por una fila de cuerpos blancos respirando ruidosamente. Nada más entrar, un suave rugido de viento del mar ha ido acompañando el movimiento lento del público al sentarnos. La vibración de las cuerdas vocales de actores y actrices se acompasaba, formando una masa compacta de ondas sonoras. Se encogían y dilataban, como sístole y diástole, de un solo organismo. Se iban sucediendo movimientos y apariciones de pequeñas piezas cerámicas de la artista Susana Guerrero que representan algo así como lenguas, dientes, que brotaban y eran expulsadas, colocadas en el suelo sobre una gruesa línea recta de sal. La melodía iba transcurriendo, desde el silencio más absoluto, hasta el gemido más intenso que me hacía pensar en la presencia de una criatura ancestral dividida en muchas personas que iban a la par. Un vaivén reposado. El impulso de un animal aparecido.

 

De entre la multitud ha surgido una voz transparente que cantaba en un idioma antiguo, una voz de mujer, que parecía invocar algo. El círculo del uróboros, la serpiente que se devora a sí misma, central en la composición de La máquina de sangre, ahora en marcha. Ha sido impresionante ver cómo esa voz se adueñaba del espacio y reclamaba su sitio, sacaba una de las cabezas de ese organismo.

 

Qué tiene esa voz femenina para haber dejado un espacio inundado de luz de tal manera. La cantante ha estado excepcional pero no más que el resto del CoroDelantal, dirigido por Sonia Megías, que por un rato ha formado una sola cosa. Entre ellos y ellas, pero también entre el grupo y la sala y las obras de Susana Guerrero y el relato de Reme Navarro, en esta investigación cuajada de ramificaciones. Un trenzado de objetos, palabras, imágenes, gestos, aire y cuerpos que escarban en un círculo, en un ciclo, en algo tan antiguo como el mundo.

 

 

 






 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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