Como espectadora y aficionada a la danza, debo decir que he
quedado impresionada por el último trabajo de Elisa Arteta, IMPERMANENCIA, presentado
el 22 de diciembre de 2012 en el Centro de Arte Contemporáneo Huarte. Consigue convencer aunando
danza, narración, espectáculo y pensamiento. En mi cabeza resuena el frío rechinar
de los vasos de vidrio contra el suelo y los tensos silencios.
Elisa Arteta es bailarina y creadora especializada en danza
y videodanza contemporánea. Sus proyectos han sido gestados y producidos en
diversas partes del mundo. Su vinculación con Pamplona nos permite disfrutar de
sus trabajos a menudo a quienes residimos en estas tierras. Como ella misma
explica en su web
“después de varios años de experimentación han emergido tres direcciones de
trabajo interconectadas. La primera es sobre el estudio del cuerpo interno a
través de la conciencia de la propiocepción (sensación del propio cuerpo). Otra
dirección es la exploración del espacio escénico usando como metodología el site-specific para crear el movimiento
adecuado en cada lugar diferente. Y finalmente, el tercer campo de búsqueda es
la relación con la videocámara y las posibilidades del medio visual para
modificar la realidad, considerando el espacio fílmico como otro lugar para
explorar.”
Una narración
Al igual que ocurre con las mejores historias, IMPERMANENCIA
es capaz de mantenernos en vilo durante la aproximadamente media hora que dura
la pieza, haciendo que nos preguntemos qué pasará a continuación. Desde el
minuto uno, la bailarina se enfrenta al reto de trasladarse sobre puntos
cristalinos diseminados por todo el pavimento, dando lugar a un continuum de
movimientos fluidos y arriesgados. El peligro es inminente. Un movimiento en
falso y el accidente puede producirse, los soportes pueden romperse. Los golpes
secos de los vasos contra el suelo son sobresaltos inesperados, avisos de
peligro. Uno tras otro, van conformando los sonidos que, de forma interrumpida, van dibujando en nuestra
memoria inmediata una banda sonora imprevisible, producto y contexto de la
obra.
Un proceso de aprendizaje
La impermanencia
es una de las cualidades más destacables de nuestras sociedades contemporáneas.
Todo gira, todo cambia, todo evoluciona de forma vertiginosa. El mundo que nos
rodea no es el que nos esperábamos el día que compramos nuestras casas,
elegimos nuestras carreras o decidimos nuestro estilo de vida. Parece ser que
un futuro incierto nos aguarda. Pero esta circunstancia nos brinda la
oportunidad de pensar. La fuerza de lo imprevisible reside en los futuros
aprendizajes latentes.
En
este sentido, el aprendizaje puede entenderse, según las
teorías constructivistas, como un proceso vital continuo de resolución
de
problemas en el que vamos construyendo nuestros propios saberes. Elisa
realiza
un recorrido que le obliga a sumergirse en un proceso continuo de toma
de
decisiones y, por tanto, de planteamiento y resolución de problemas.
Pero no sólo eso, sino que adereza su aprendizaje con componentes
como el riesgo y la intriga. Su historia nos atrapa y nos inquieta sobre
todo porque
circula por un campo de minas.
Los y las espectadoras podemos hacernos una idea de lo que
nos está contando. Todas podemos enfrentarnos de una forma más o menos sencilla
a los problemas conociendo el terreno y sabiendo cuáles son nuestras capacidades
y nuestros objetivos. Pero no todos los caminos son sólidas y fiables
extensiones de arena fina y tibia bajo nuestros pies. ¿Qué ocurre cuando nos
enfrentamos a una situación de frágil inestabilidad? En los tiempos que corren, más de una hemos
tenido que adaptarnos a nuevos escenarios, nuevas situaciones… para seguir
adelante. Descubriendo, incluso nuevas formas de movernos en el espacio (público
y privado) al igual que Elisa se mueve por este espacio acotado del Centro
de Arte Contemporáneo Huarte.
Una imagen en la retina
La fragilidad del cristal, como una imagen de la precariedad
del suelo que pisamos, el equilibrio y control del cuerpo, que sin embargo
parece seguir su propio camino, la visión de la bailarina vestida de negro que
flota sobre la superficie blanca del suelo… configuran una imagen de Elisa como
bailarina pensadora que nos muestra sus destrezas física y mental. Me refiero a
que no sólo hace gala de unas rápidas reflexiones y respuestas creativas, sino
que consigue captar nuestra atención y mantenernos atentos sobre cuál será su
siguiente paso.
Sin duda, uno de los proyectos más interesantes de su
producción artística.
18/01/13
Sofía Albero Verdú
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