Ayer
tuve varios regalos de cumpleaños, entre ellos la maravillosa ponencia que
Laura Freixas realizó en Civican en el ciclo “Mujeres Creadoras, literatura y pensamiento” invitada por el Instituto navarro para la familia y la igualdad y organizada por IPES Elkartea..
En
ella, Laura nos contó cómo había vivido el descubrimiento del espejismo de
igualdad a lo largo de su trayectoria como escritora. Narró cómo la Historia y
la Crítica literaria han menospreciado las obras realizadas por mujeres
afirmando que su calidad es menor que las realizadas por hombres mediante
variados mecanismos de deslegitimación implícitos en nuestras relaciones
sociales como considerar que son de menor calidad por ser “para mujeres”,
pensar que forman parte de un mismo grupo todas las escritoras sin atender
demasiado a sus nombres y a sus particularidades de estilo o tipo de escritura,
identificar con ellas de forma indisoluble temas como el amor o el romanticismo,
etiquetarlas rápidamente como mujeres que escriben para mujeres…
Según
nos contaba, desde los inicios de su carrera observó perpleja algunos
comentarios como “gracias por firmarme este libro, se lo daré a mi mujer” o
“¿te molesta que digan que la tuya es una literatura de mujeres?” y por ello,
paralelamente a su ejercicio de escritura, ha ido investigando cuál sería el
origen de esta visión negativa y parcial de la literatura que escriben las
mujeres escritoras. Ella concluía que el problema reside más en la recepción
que en la propia creación de literatura. Como sucede en las artes visuales y en
tantos otros ámbitos, nuestras estructuras culturales marcadas por el
patriarcado minusvaloran las obras realizadas por mujeres porque en el fondo a
éstas se les presupone una inferior capacidad intelectual y creativa. De este
modo, en ocasiones se las intenta visibilizar como escritoras, literatas o creadoras
valientes que se abren paso en un mundo de hombres, pero con una consecuencia
invisible: siempre pertenecientes a un gueto, enclavadas en un grupo de
personas sexuadas, del que hay que especificar su género, (mujeres) y del que
todas ellas forman parte sin importar otras condiciones.
Por
el contrario, ella subrayaba las importantes aportaciones de escritoras que han
enriquecido el espectro de temas, como la inclusión de las relaciones materno filiales
increíblemente poco presentes en la literatura occidental hasta hace unas
décadas atrás, de personajes como la niña, la adolescente, las amigas, las
familiares, la madre, la ama de casa, etc. y todas ellas existentes por si
mismas, vistas y narradas desde la propia experiencia femenina, no presentes gracias
a los ojos y la voz de un padre, un marido, un héroe o un hijo.
Esta
gran escritora es además presidenta de “Clásicas y modernas, asociación para la
igualdad de género en la cultura”, llevando a cabo una importante labor al
respecto. En marzo de 2013 esta asociación redactó un manifiesto con el mismo
título apoyado por otras asociaciones como MAV (Mujeres en las Artes visuales),
CIMA (Mujeres Cineastas y de los Medios Audiovisuales) y AMIT (Asociación de
Mujeres Investigadoras y Tecnólogas). Un importante trabajo en el que queda un
largo camino que recorrer.
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